jueves, 30 de mayo de 2013

PANTEÍSMO



Así habla el Dios imaginario de Baruch Spinoza, filósofo panteísta del siglo XVII, judío sefardí, fundador de una escuela mística, de la que se han nutrido jipis, gurús, vendedores de semillas de calabaza y otros profetas de la moderna espiritualidad.

“Así habla el Dios de Spinoza: deja de rezar y disfruta de la vida, trabaja, canta, diviértete con todo lo que he hecho para ti. Mi casa no son esos templos lúgubres, oscuros y fríos que tú mismo construiste y que dices que son mi morada. Mi casa son los montes, los ríos, los lagos, las playas. Ahí es donde vivo. Deja de culparme de tu vida miserable. Yo nunca dije que eras pecador y que tu sexualidad fuera algo malo. El sexo es un regalo que te he dado para que puedas expresar tu amor, tu éxtasis, tu alegría. No me culpes de lo que te han hecho creer. No leas libros religiosos. Léeme en un amanecer, en el paisaje, en la mirada de tus amigos, en los ojos de un niño. Deja de tenerme miedo. Deja de pedirme perdón. Yo te llené de pasiones, de placeres, de sentimientos, de libre albedrío. ¿Cómo puedo castigarte si soy yo el que te hice? Olvídate de los mandamientos que son artimañas para manipularte. No te puedo decir si hay otra vida. Vive como si no la hubiera, como si esta fuera la única oportunidad de amar, de existir. Deja de creer en mí. Quiero que me sientas cuando besas a tu amada, acaricias a tu perro o te bañas en el mar. Deja de alabarme. No soy tan ególatra.”

Pues pensando en la feliz ignorancia pienso en la imposibilidad del equilibrio. Quizá sea verdad eso de que esta vida es corta y sinsentido pero si de algo estoy segura es que no estamos en este mundo para ser unos arrastrados.
 Sí, y es que las personas pensando como Spinoza seríamos felices, pero seríamos ignorantes porque solo conoceríamos una parte, un 50% de la vida, la maravillosa, la perfecta, la sensorial, la feliz, la despreocupada, en la que solo existe el vivir plenamente, donde no hay miedo ni días nublados… El Dios de Spinoza fluye sobre los verdes valles, sobrevuela las cumbres de nieve, se confunde con los ríos incontaminados, con los delfines azules, con las risas de los niños. Pero el mal no se corresponde con esa belleza. Ese Dios nos dice: dejad de pedirme cosas. ¿Me vais a decir a mí cómo hacer mi trabajo? Yo soy puro amor.

Pero la vida no es así, por desgracia en el otro 50% las cosas son todo lo contrario, entonces Spinoza tendrá que explicarnos por qué allá donde vuelves el rostro no encuentras en este perro mundo más que maldad, guerras, basura moral, lágrimas y sangre de inocentes, que también forman ríos y mares. Si existiera un Dios tan esteta y se hiciera visible, se le podría exigir que explicara el dolor de tantos inocentes, los millones de niños que mueren de hambre, la violenta depravación de muchos hombres con las mujeres, el instinto de matar que ha inscrito en las entrañas del ser humano. Las equivocaciones….exacto eso es, las equivocaciones y es que las personas no somos perfectas, tanto en instituciones como la iglesia, o en tantísimos partidos políticos que han pasado por nuestra historia, las personas han cometido innumerables equivocaciones y han exigido a los demás perfección en sus actos e ignorancia en sus mentes, para que estos no se revelasen ante sus acometidos injustos. Pero yo digo ¡basta ya de esto! Pensemos por nosotros mismos, es verdad que el equilibrio entre los dos mundos existentes, entre el maravilloso y el esperpéntico, es casi utópico y prácticamente imposible. Pero para eso tenemos la capacidad suficiente para buscar nuestra propia verdad, para ser nuestros propios pensadores, para ser los filósofos de nuestra propia vida. Y yo pienso… ¿no será que la visión que objetamos sobre Jesucristo y su mensaje la han desvirtuado sus propios seguidores? Porque sinceramente cuando Jesús dijo “Dios es Amor” quizá se estaba refiriendo a que el “ser superior” que domina el mundo no es más que esa fuerza tan exuberante como es el AMOR, el amor de la humanidad.


Apaguemos el mundo social adormecido y encendamos nuestra mente. Más que lo que hay, veamos lo que puede llegar a haber. El poder de la imaginación es muy fuerte y muy necesario para no ser unos amargados. Como un buen día escuché en una gran película “La vida es demasiado corta como para vivir siempre cabreados”. Aunque la vida no sea perfecta, vale la pena vivirla, vale la pena mirarla como la miraba Spinoza, como una oportunidad para sentir y ser felices.

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