sábado, 26 de junio de 2021

ANÁLISIS FILOSÓFICO DE «NEON GENESIS EVANGELION»


Evangelion es una obra que refleja a la perfección una síntesis entre la teoría de Schopenhauer en La vida como voluntad y representación (el mundo es sufrimiento), el pesimismo metafísico y el psicoanálisis.

Nada más comenzar la serie me acordé de la famosa cita de Sartre: «el infierno son los otros». El problema que quiere reflejar el anime comienza por aquí. Nos muestra dos personajes peleados con el mundo: Shinji y Asuka. Que pueden parecer personalidades opuestas, pero no. Ambos tienen el mismo problema: huyen de enfrentarse a sus propios miedos, a su propia oscuridad, están atrapados en su “representación” y se dejan dominar por el egoísmo y la reclusión a la que te empuja el trauma.

Asuka sería una representación del ello freudiano en tanto que se deja llevar por sus institutos primarios: la ira y el miedo. Por otro lado, Shiji es la viva representación del yo, el individualismo, la autocompasión, la debilidad. Vive en un bucle, en el dilema del erizo. Luego está Rei, que sería el superyo, un ser transhumano, sin miedo ni descontrol emocional. Rei a fin de cuentas representa la anulación de la voluntad de vivir, la resignación absoluta. Su presencia empuja a Shinji y a Asuka continuamente a ser honestos consigo mismos.

Cuando Schopenhauer nos invita en su teoría a romper con ese individualismo que nos hace sentir separados de los demás, diferentes y únicos en nuestra desgracia; primero nos dice que esto es culpa de la voluntad de vivir y el instinto natural del hombre de perseguir el deseo. Perseguir el deseo sólo nos hace seres infelices, nos introduce en el bucle del sufrimiento, crea maldad y competencia, y lo peor de todo: una vez conseguido el deseo, el humano se aburre. Y vuelve a sentir insatisfacción, vacío y desprecio.

(P.d: el mundo es una puta mierda, sí)

¿Cómo podemos evitar huir del sufrimiento? Schopenhauer propone dos vías: contemplación artística y ascetismo. Esta última está ligada a “romper el velo de maya” o lo que es lo mismo: resignarse a esta mierda de mundo, romper con el ego y verse reflejado en el dolor de los demás.

Esto es precisamente romper con la voluntad de vivir, con ese motor vital que mueve al ser humano a desear cosas. El objetivo de Schopenhauer (y de Ikari padre) es el mismo: destruir a la humanidad en cuanto a representación/ individualismo y convertirnos a todos en un único SER. El plan de complementación humana no es más que fundir al ser humano con la naturaleza, con su propio origen. Unificar todas las “almas” en una sola y crear una especie de organismo universal. De este modo, despegados del cuerpo y los deseos, solo sentiremos paz y plenitud.

¿Por qué pienso que Evangelion es pesimismo metafísico? Porque en la serie no observamos la posibilidad de que haya una salvación para el hombre, puesto que no hay antídoto ante el dolor del mundo. La voluntad de vivir nos empuja a esa supervivencia que nos hace sufrir y competir. La solución es una especie de suicidio colectivo, de unión completa con el cosmos. Esta idea también aparece en el árbol de la vida que se muestra en el cielo (sobre todo en la escena final de la película, que es brutal por cierto) y en el idealismo filosófico de la cábala judía.

En definitiva, Evangelion es una serie buenísima ya que muestra una problemática muy presente a día de hoy: la deshonestidad, el dejarse llevar por las pasiones y el egoísmo humano. La depresión será la enfermedad de nuestro tiempo hasta que no aceptemos que no somos especiales.

El infierno no son «los otros», el infierno eres tú y tu debilidad.

(Alba; 30 de enero de 2021)

DILEMA DEL ERIZO

 Aquello que decía Sartre de «el infierno son los otros» no es más que el pensamiento de todo aquello que tengo que tolerar de ti, es aquello que me incomoda. Todo lo que sea acercarse demasiado a otro ser humano, es incómodo.

De ahí el dilema del erizo de Schopenhauer: los erizos, al llegar el invierno, necesitan acercarse a otros para calentarse, sin embargo al acercarse demasiado entre ellos se hacen daño con las púas y necesitan alejarse; aunque al alejarse vuelvan a sentir frío y necesidad de acercamiento.

Esa falta es la que sentimos nosotros, esa carencia, esa necesidad de aproximarnos a los demás... aunque el aproximarse demasiado siempre sea un infierno y ponga en juego la pérdida de la identidad, de la esencia, de la independencia, del ser-propio. Es un delgado límite que aún no controlamos.

La proximidad completa con el otro lleva a la locura (al igual que la soledad completa y el retraimiento también llevan a la locura). El sistema en el que vivimos, de algún modo, nos obliga a elegir entre estas dos, en tanto a que ambas son dos formas de individualismo y destruyen la razón humana.

(Alba; 30 de enero de 2021)


NEC PLURA SOMNIA

Me temo a mí misma cuando una de mis ilusiones se consume. Es como si se agotara lentamente la luz que alumbra los viejos pensamientos de la pequeña Alba. Si pienso, se parece al destrozo inevitable que, cada verano, hacen las olas del mar con las construcciones de arena de los niños. Tantas horas de ensoñación compartida, multiplicidad de minúsculos deditos embarrados moldeando la imagen de sus intenciones, tanto desborde imaginativo envuelto por el sol irritado de agosto… para, finalmente, ser engullidas por la boca del océano. Es cierto, confieso que tengo miedo a perder por completo la poca estrella que queda en el poso de mis ojos, a sentirme atrapada en la oscuridad de las partes más profundas de mi psique y a no disponer de tan sólo una luz, aunque tenue, que me indique el camino de vuelta a otros mundos.


No quiero aceptarlo, pero: nec plura somnia.


(Alba; 15 de octubre de 2020)