Siento como si me hubiese avasallado
una brigada existencialista, y es que no puedo parar de pensar en cosas como el
por qué de esta vida, o el por qué de nuestras sensaciones. Me gustaría
comenzar reflexionando sobre la existencia del amor. El amor en sí, del latín amor,- ōris, el amor como concepto según la RAE es definido como “Sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser”. Supongamos pues que según esta definición este sentimiento es una necesidad del ser, algo de lo cual no podemos prescindir… ¿Qué pensaría de esto una persona que nunca ha amado? Pues la respuesta es simple, “Si nunca he amado, nunca he sido”
Y aquí comienza mi problema existencial,
llevo toda mi vida añorando un sentimiento tan puro como el amor, tan libre y
tan especial… pero nunca lo he sentido. A veces me desoriento y creo que estoy
empezando a encontrarlo, pero algo dentro de mí me avisa de que no confunda el
sentir cariño de otra persona con el sentir amor hacia ella. Ese es un
pensamiento que siempre me ha torturado, esa delgada línea que existe entre
echar de menos a una persona, o echar de menos cómo te hacía sentir, y es que
el “amor” en sí sería echar de menos a otro ser enteramente, a su autenticidad y
no solo al fluir del recuerdo de ese sentimiento, ya que este te lo pueden
proporcionar miles de personas más de las cuales no tienes por qué estar
enamorada.
A veces ha pasado por mi mente que
este sentimiento es fortuito, pasajero, espuma, utopía… que lo único que puede
haber es un enamoramiento fugaz, que dura lo que dura una vuelta al cosmos, sí,
que dura una etapa limitada y se termina apagando, como la llama de una vela
que empieza a arder con un soplo y al final su fuerza se liquida, se agota con
el paso del tiempo y todo se acaba convirtiendo en aire y solo quedan cenizas
de la ilusión de aquel fuego, solo cenizas…y qué pena me da pensar esto, ya que
mi corazón se antepone miles de veces a mi mente racionalista respecto a las
reflexiones sobre sentimientos, mi corazón es completamente vitalista, mi
corazón me dice que ese amor utópico existe y que es por lo que merece la pena
vivir. Según mi reflexión el amor se reconocería como el sentimiento de que una
persona forma parte de tu vida y de tu esfera… sí de tu esfera. La felicidad de
las personas es como un objeto esférico, del que se necesita de un material
especial al que llamamos amor, y que sin él esa felicidad vital no puede ser
una esfera perfecta. Y la clave está en la perfección de esa esfera, cuando esa
esfera adquiere dicha culminación podremos decir que la persona es feliz en ese
momento. Por tanto estoy ligando amor con felicidad, y estoy afirmando la
existencia de éste sentimiento. Y otra vez viaja por mi mente el mismo
pensamiento… si no amo nunca no voy a ser feliz, si no voy a ser feliz nunca no
voy a vivir, si no voy a vivir nunca, moriré en vida, y qué hay peor que eso…
el resignarse a morir en vida…, tengo que acabar con esto.
Morir en vida es soledad, es miedo.
Miles de personas tienen miedo a vivir, tienen miedo a amar, a sentir, a ser
felices o a equivocarse. ¿Por qué? Porque se han dado cuenta muy bien de
aquello de que la vida te aporta una de cal y otra de arena, que para saber
distinguir la alegría de la tristeza es necesario tocar fondo, y señores la
vida es así, si fuésemos felices eternamente no sabríamos que lo estamos
siendo… si no conocemos el dolor no sabremos qué es el bienestar, si no
conocemos la indiferencia no sabremos qué es el amor, si no conocemos la
envidia no sabremos lo qué es el afecto propio y la autoestima… y la vida es
eso, es una división continua de dulce y de amargo, de azúcar y de sal… y
obviamente esto produce miedo a sufrir, pero las personas que adquieren juicio suficiente
acaban concluyendo que la propia resignación al miedo es muerte, que no hay que
temer a ilusionarse, ya que la desilusión llegará de todas formas.
Simplemente hay que vivir, sí, vivir y no
pararse ni un momento a pensar qué decir cuando los sentimientos quieren
expresar. Y este es el paso difícil que tengo que superar, y por eso siempre he
considerado que vivo en un réquiem, en un sueño paralizado y frío como la
muerte, porque he congelado mis sentidos, mi vitalismo. Si los puedes
comprender nos los llames sentimientos me dije una vez a mí misma. Alba déjate
llevar por la incomprensión, por la sinrazón, por el absurdo trascendental. Lo que mantiene a este loco mundo en pie no es
la economía, la política, el poder, la tecnología, la física o los medicamentos,
lo que realmente mantiene este loco mundo en pie es el amor, el amor absurdo,
surrealista, el amor que no se pasa por el filtro de la razón, el amor que no
se piensa, el amor puro como un acorde musical, como una esencia, como la vida
misma. Déjate fluir, déjate llevar…