martes, 9 de septiembre de 2014

Carta a un amigo.




Felicidad. 

Es una palabra muy satisfactoria a la vez que utópica. Supongo que cuando damos las “felicidades” a los demás en su día, ni siquiera pensamos en el valor de la palabra que estamos deseando, aunque ahora mismo pienso que debo reflexionarla y meditarla antes de dispensar esta palabra tan especial a cualquiera, así, a lo loco. 

A lo largo de mi vida, de mi corta vida, siempre he intentando buscar las palabras exactas que definan la felicidad, y realmente esto es bastante complicado, lo único que he sacado en claro es que la felicidad realmente no existe como tal, sino que es algo que crece en nuestro interior cuando estamos satisfechos con nosotros mismos y con la vida. Considero que algo así no se puede dar… lo único que se puede es desear. Yo por tanto no te doy las felicidades sino que te las deseo, deseo que siempre encuentres algo dentro de ti que te permita ser una persona segura y dichosa, y que si en ese momento las circunstancias no te lo permiten, seas capaz de salir del pozo de la desesperanza y buscar y luchar por lo que realmente sabes que saca lo mejor de ti. 

Bueno, esta carta no sólo la he escrito para felicitarte los diecinueve años, que por cierto espero que sea el mejor año de todos, conociendo gente nueva, percibiendo puntos de vista diferentes, disfrutando de la vida universitaria, etc. Sino que también es una carta para darte las gracias por tu amistad, que aunque a veces pienses que no la valoro, sí que lo hago, y aunque tal vez no te lo diga muy a menudo, eres mi mejor amigo, y la verdad es que conozco bastante gente afable como para otorgarle ese puesto, pero te lo llevas tú… porque si ya eras bueno conmigo incluso antes de conocerme, pues imagínate después de conocerme, eras sorprendente en el mejor de los sentidos.

Has sido un gran confidente y un excelente consejero, aparte de tener que soportar todas mis pesadumbres, y aunque a veces no lo haya hecho del todo bien contigo, nunca me has guardado rencor y tampoco me lo has tenido en cuenta a la hora de ayudarme. Muchas gracias por entrar en mi vida, estoy muy orgullosa de ti y de la gran persona que eres. Todas las cosas que en un pasado me has dicho y escrito se han guardado en mi memoria y por consiguiente en mi corazón, y han formado parte de mi satisfacción personal y bienestar interior, anteriormente y en el presente. Ojalá no cambies nunca amigo, si sigues así conseguirás llegar a los corazones de miles de personas más, como has conseguido llegar al mío. 

Un beso y un abrazo enorme, te quiero mucho.



Fdo.: tu loca amiga Alba.

"Deben buscarse los amigos...
       como los buenos libros"