miércoles, 7 de diciembre de 2016

Duermes, como la última vez que te vi

Para Sofia, sin intermediarios, desde mi alma.

Duermes, como la última vez que te vi.

Y yo mientras sueño que duermo, porque prefiero contemplar una hora más de este día y releer. 

Releer en la línea del silencio y recordarte, como recuerda la sed nuestra garganta. Con necesidad, exigiendo espuma. Y repaso las veces que te he visto arquear los labios para expulsar dulzura. 

Sí, es cierto, eso que todo el mundo llama sonreír; pero entiende que contigo no puedo emplear las palabras que emplearía con cualquiera. 

Apago el humo verde y se va por la ventana. Y tú mientras duermes, como la última vez que te vi. 

Y yo mientras sueño que duermo, porque vacilo sensaciones para intentar expresar lo que pienso de ti. Pero sólo encuentro inefabilidad. No hay palabras para expresarte. 

Eres todo lo que la utopía pensaría al contemplarte

Belleza, cariño, corazón y velocidad. 
Eres fuego vivaz, pisoteando el agua. Eres rizos rubios balanceándose sobre una nariz chata. Alegría, juventud, gracia y exhalación. 
Eres un chute de adrenalina suicidándose en una infusión, un brinco que dilata el tiempo. Eres tempestad dispuesta a desafiar a la quietud y al sosiego. Eres ojos chinos y piernas valientes. Eres sol rodeando un astro ciego. Amor caliente.
Pero, ahora mismo, tú Sabiduría…

Duermes, como la última vez que te vi. 

Y yo mientras sueño que duermo, mientras le explico al mundo lo fuerte que lo haces vivir. 

A ti, amiga, a la que quiero como quieren los lunáticos, 

Con locura y de verdad.

No estoy loca

Tengo ganas de leer lo que me de la gana o de soñar que leo y que imagino y que ninguna tortuosa realidad me destruye el pensamiento que levanto.

Tengo ganas de pensar que no pienso y siento, que sólo palpo sensaciones de lo mismo que antes de ayer, o que de hace un mes, y nada nuevo, nada perturbable.

Tengo ganas de no ser nada (que importe) y hundirme en la cama, comer lo que me de la gana, beber lo que me de la gana —hasta hartarme— y dormir treinta días sin interrupción.

Y al treinta y uno despertar pensando en pupilas brillantes y atardeceres violetas. Pensando en cualquier cosa que me haga sentir bien. Pensando en nada, pues.
En nada que no sea capaz de quitarme este nudo, tortuoso, de la garganta.

Tranquilo, no estoy loca, sólo tengo ganas de leer.

Otra manera de desnudarse

Os presento otra manera de desnudarse:

Si alguna vez digo que siento miedo, es porque el amor da miedo...o mejor dicho, me da miedo, me da miedo cuando es fuerte y es sincero.

Miedo como podría darme un salto en paracaídas o cruzar en barco a través del océano.
Es estar rodeada de algo grande, donde hay una parte que establece seguridad y otra parte que asusta, asusta porque es incontrolable, abismal y hermosa a su vez; porque es grandilocuente como puede ser el cielo o el mar, no vistos desde la lejanía, no con los pies en la superficie, si no vistos desde una perspectiva céntrica, interior.

En ese momento no sabes qué va a ser de ti después de tal experiencia y es paradójico, pero por un segundo te da igual lo que pueda ocurrir... ¿que el paracaídas falle y saber que vas a caer? ¿que el barco se hunda y correr el riesgo de sumergirte? Puede ser, pero (como ya he dicho antes) por un segundo olvidas ese tipo de posibilidades, sólo admiras la belleza de esa naturaleza tan profunda, tan pura... Y es así como me siento cuando te tengo delante, adicta a la belleza que desprendes en todos los sentidos y temerosa en cierto modo de cualquier declinación.

Sí, lo reconozco, soy humana y siento aprensión, recelo, turbación, temor... de que algún momento de tu vida sea distinto a este, de que tu perspectiva cambie, de que tus ojos pierdan el brillo que objetan cuando me observan detenidamente, de no obtener respuesta recíproca a una declaración de sentimientos, de observar que empiezas a tener otras prioridades o quieras compartir tu vida con otra persona...

Me estoy sincerando y espero que esto no te haga sentir molesto. Sólo quiero que tengas claro que me importas demasiado como para no temer que puedas irte, como para no temer el hecho de no poder disfrutarte al máximo.

Aún así mi pensamiento es contundente: te quiero libre, porque libre me he enamorado de ti. Mi relación contigo es céntrica, es abismal, se basa en algo tan básico como observar la belleza y sentirse pleno. ¿Hay riesgos? claro que los hay, pero merece tanto la pena el hecho de poder disfrutar de un persona como tú, que dejaría pasar mi vida por miles de trances sólo por el hecho de saber que he vivido, que he sentido verdaderamente, que cuando me llegue el día puedo morir tranquila porque he saboreado algo tan especial y tan honesto como esta sensación que me provocas y me trasmites con tus gestos, miradas y palabras.

Gracias por regalarme vida y darle sentido a mi tiempo.
No dudes en quererte (porque yo lo hago).

Ojos color mar

Puestos a hablar de pena, os voy a contar quien la vale.

Es una persona que se llama Daniel Carmona Fajardo,
sí, el pequeñito de los ojos azules, el niño de los mofletes,
la persona con la mirada más pura y el corazón más limpio de malas intenciones
que la vida me ha permitido conocer.

Este ser es único, es muy distinto, muy especial, muy luchador, nunca se rinde.

Si te lo encuentras te hablará horas y horas de política y de música
(si le sacas el tema; y si no, lo saca él), se enfadará si observa alguna injusticia,
te sonreirá con los ojos achinados si le cuentas algo gracioso,
te dará la mano si te caes, te saludará con ternura y te dará un abrazo si estás mal.

Está claro.

Es una persona de las que te cambian la vida cuando llaman a tu puerta.

Es una de esas personas a las que hay que cuidar.

Es por ello, que te obligo a tener en cuenta que si alguna vez
este niño se cruza en tu camino, no dudes en valorarlo porque eso
significa que eres la personas más afortunada del mundo.

AMANECER



Necesito sentirte cerca
Caliente
Frío
Tenebroso
Destemplado
Necesito alcanzar esa hebra revuelta y desenredarla, romperla si hace falta
Volver a fijarla
Necesito salir a la calle y respirar, que me salga la voz
Gritar
Quemarme y llorar
Renacer de los escombros
Pronunciarte y expirar
Necesito conmoverme con el tacto de las sábanas y con el frío de tus pies rozando mis muslos
Renacer
Volver a verte, fumarnos algo, reírnos, emborracharnos otra vez
Necesito anochecer sin espinas
Observar tu libertad atrevida
Mirar tu culo
Descubrir tus ojos
Contemplar tu espalda
Y disfrutarlo
Pero antes...
Me necesito a mí
Amando la existencia con fuerza.

Estoy dispuesta a AMANECER.

(Alba J.G)