“Venimos de la noche y hacia ella vamos”
Edgar Allan Poe
Estoy cansada de no saber dónde morirme,
de fingir que no creo en los fantasmas,
de haber sobrevivido con el alma seca,
de no acostumbrarme al dolor de estar viva.
Estoy cansada de la perfección de mi fracaso,
de que el amor siempre me toque amarillento,
de haber nacido áspera y sensible,
de que un ser exacto a mí me aceche y me vigile.
Estoy cansada de identificarme con ese ojo omnisciente,
de su esencia hipócrita y desestabilizadora como la luna,
de su forma de tocar las campanas fúnebres en la noche
(y de no avisar que no pasa nada).
Estoy cansada de estar cansada,
de saber que amo una vida adúltera,
de que todo esto es complejo y sin sentido,
de aferrarme a un espacio de minutos,
de dejar famélico y moribundo al entusiasmo.
Estoy cansada de ser Alba a ratos,
de otras veces ser duda y evasiones,
de en ocasiones parecer limosna de flores blancas,
de solo ofrecer vaivenes a las personas que quieren soportar el mundo conmigo.
(Alba María, 1 de marzo de 2019)